Nuestra
concepción de educación cristiana exige que la escuela
sea una auténtica Comunidad Educativa y que el conjunto de
miembros que la forman estén integrados armónicamente
a través de la participación, con el objetivo de lograr
una educación coherente que favorezca la formación
del alumnado.
La
acción educativa escolar requiere que todos los que intervienen
en ella lo hagan de una forma orgánica y coordinada.
La
relación constante entre familias, tutores, profesores y
dirección ayuda a conseguir un buen nivel de formación
integral.
Aspiramos
a que esta comunidad llegue a ser comunidad cristiana que vive la
educación como misión compartida, identificada con
los matices propios del carisma escolapio.

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